Nunca me habia pasado.
Yo estaba en mi casa,
en mi sofá,
con cientos de mantas,
y un gran bol de palomitas.
Y aunque es cierto,
y sabia
que mi estómago jamás podría con todas ellas,
no compartía.
Allí estaba yo,
en mi casa.
Pensando en mis cosas,
Ahi,
con el corazón cerrado.
Cerrado al querer y
cerrado al que me quieran.
Digo estaba,
y no estoy;
porque ahora bailo bajo la lluvia;
con una esperanza renovada,
con unos estereotipos completamente destrozados;
con una verguenza inmensa,
y con unas ganas de seguir bailando,
que jamás habían estado en un estadio tan alto.
Porque la esperanza tiene más fuerza que el amor.
Y cuando se juntan son invencibles.